El Rugby es
valorado como un deporte para hombres y mujeres, niños y niñas. Contribuye al trabajo
en equipo, entendimiento, cooperación y respeto de los compañeros atletas. Las columnas
sobre las que se fundamenta son, como siempre lo han sido, el placer de
participar, el coraje y la habilidad que el juego demanda, el amor por un deporte
de equipo que enriquece las vidas de todos los involucrados, y las amistades
perdurables forjadas a través de un interés común por el juego.
Es por
causa y no a pesar, de las intensas características físicas y atléticas del
Rugby, que esa gran camaradería existe antes y después de los partidos. La tradición, que perdura desde sus comienzos, de jugadores de equipos contrarios disfrutando la mutua
compañía lejos del campo de juego y en un contexto social permanece en la
esencia del juego.
El Rugby se
ha metido de lleno en la era profesional pero ha mantenido el espíritu y las tradiciones
del juego recreativo. En una época en que muchas cualidades deportivas
tradicionales se están diluyendo o son cuestionadas, el Rugby está merecidamente
orgulloso de su capacidad para mantener altos niveles de espíritu deportivo,
comportamiento ético, y juego limpio. Por todo lo expuesto, entre otros
aspectos que en próximas entradas en el blog expondré, el rugby se está
convirtiendo en una alternativa cada vez más presente en los centros escolares.
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